Hace aproximadamente un mes, una de las empresas que han confiado en 12 Sentidos nos solicitó una charla acerca de la Felicidad. Asumí con gran motivación este desafío, aunque también con algunas aprensiones. ¿Es prudente hablar de felicidad en un contexto lleno de desafíos sanitarios y sociales? ¿Cómo podemos abordar la felicidad sin vernos dentro de una burbuja que ignora el sufrimiento de otras personas?
Antes de preparar el material, hice algo que antes me costaba mucho pero que durante los últimos años he realizado con mayor frecuencia y consciencia: pedir ayuda. Contacté a algunos colegas y amigos solicitando me enviaran un video contestando la siguiente pregunta: ¿Qué es para ti la felicidad? La verdad es que pensé que pocos me contestarían, y menos a través de videos, pero para mi sorpresa ¡recibí muchísimos videos! Los maravillosos aportes que recibí y el alto nivel de participación me lleva a pensar tres cosas:
- Todos tenemos un concepto de felicidad único para compartir con el mundo.
- Incluso en escenarios adversos es posible hablar de felicidad y conectar con nuestra luz interna.
- A las personas nos encanta a ayudar a otros.
¿Qué es para ti la felicidad? Si bien hay conceptos que se repiten o se asemejan entre una definición y otra, todas las respuestas fueron diferentes, y a mi parecer nadie se basó en el diccionario para contestar. Cada una de las respuestas tuvo un sello único que refleja la experiencia individual. Sin embargo, hubo tres conceptos que aparecieron de forma recurrente: el agradecimiento, le felicidad como una decisión y la importancia de los vínculos con otras personas.
Todos tenemos algo que agradecer, desde lo más simple hasta lo más profundo, pero claramente ese “algo” es distinto y único para cada persona. Realizar pequeñas prácticas de agradecimiento cotidianas va ejercitando nuestro músculo de la gratitud, volviéndonos más conscientes de lo que podemos agradecer. Despertar esta consciencia es una decisión, que se adopta cada día, en algunos con mayor facilidad que en otros, pero justamente cuando los desafíos son más grandes es cuando más beneficioso resulta conectar con nuestro sentido de gratitud y ejercitar ese músculo.
Una fuente abundante de gratitud, y por ende de felicidad, son los vínculos que a lo largo de nuestras vidas logramos construir con otras personas. Las relaciones con otros contribuyen a nuestra felicidad, no sólo a través de compartir momentos agradables, ya que muchas relaciones son claves en nuestro camino evolutivo apoyándonos en nuestro propósito de vida o generando aprendizajes necesarios para salir de la zona de confort y permitirnos crecer.
La psicología actual identifica dos aspectos claves para la felicidad: por un lado, las sensaciones positivas tales como la alegría, el placer, la armonía y la satisfacción, y luego está el sentido; es decir, vivir con un propósito sabiendo que el camino que seguimos es significativo.
Acerca del sentido, es importante aclarar un aspecto que para mí es la base de la felicidad. Me refiero al camino que estamos siguiendo y la importancia de que sea significativo para el individuo que lo transita. Se trata de un sentido propio y único que no surge de imitar al entorno. Sólo si somos fieles a nuestra esencia podremos encontrarle sentido al camino que estamos transitando. Como dice Carl Gustav Jung, “el privilegio de esta vida es poder convertirte en quien realmente eres.”
Para mí, la Felicidad es conectar con nuestra naturaleza única y esencial, para permitirnos florecer. Cada uno de nosotros guarda un potencial infinito que -al igual que una flor- nace de una semilla, recibe minerales de la tierra, lluvia, rayos de luz solar y abono. Cada elemento que recibimos (agradable o desagradable) contribuye a nutrir nuestro proceso evolutivo, nos permite crecer. Nuestro rol es permitir que ese crecimiento sea auténtico, sintonizado con nuestra esencia única, la cuál podemos descubrir al observar y alinear (en lo posible) nuestro pensar, sentir y actuar.
Cuando intentamos encajar en la definición de felicidad de otros es cuando nuestros pensamientos, emociones y acciones comienzan a desalinearse, cuando perdemos el horizonte. ¿Cómo podemos alinear lo que pensamos, sentimos y hacemos? Es probablemente un proceso de toda la vida, pero podemos partir por observar y aprender de la naturaleza. Observemos la fluidez de los ríos, la solidez de las montañas, la libertad del viento y la fertilidad de la tierra, aprendamos de su infinita sabiduría, pero por sobre todo observemos nuestra propia naturaleza, permitámonos sentir profundamente, pensar distintivamente y actuemos en coherencia a lo que verdaderamente somos, sólo así podremos transitar con sentido.
Volviendo a mis aprensiones iniciales, contesto mis propias preguntas: ¿Es prudente hablar de felicidad en un contexto lleno de desafíos sanitarios y sociales? Después de haber realizado la charla sobre felicidad mi respuesta es la siguiente: No solamente es prudente, es necesario, justamente porque estamos enfrentando cambios y desafíos. Cuando el entorno está agitado es cuando más debemos conectar con aquello que nos fortalece desde la raíz y le da sentido al camino que estamos transitando.
¿Cómo podemos abordar la felicidad sin aislarnos en una burbuja que ignora el sufrimiento de otras personas? Al entender la felicidad no como un estado de constante alegría, sino como la comprensión de que nuestro camino tiene sentido, no sólo podremos enfrentar de mejor manera nuestros desafíos individuales, sino que también podremos apoyar a otros en sus desafíos, podremos aportar desde nuestros dones y habilidades únicas a forjar una mejor sociedad. No es casualidad que en mi breve experimento social en torno a recopilar reflexiones sobre la felicidad me haya llevado la grata sorpresa de recibir más respuestas de las que esperaba, es para mí una confirmación de que disfrutamos ayudando a otros, que está dentro de nuestra naturaleza apoyarnos entre nosotros. A veces sólo necesitamos algunos elementos externos que permitan nutrir cada uno de nuestros procesos evolutivos para permitirnos florecer en comunidad.