No siempre me ha gustado el cambio. Durante mi adolescencia sufrí con dos mudanzas al extranjero en una etapa donde existe suficiente cambio como para además agregarle nuevo país, nueva casa, nuevos amigos. Sin embargo, gracias a esos “terremotos existenciales” adquirí al parecer cierto gusto por el cambio constante, y ya en mi adultez comencé yo misma a buscar y generar cambios en mi vida.
Que me gusten los cambios no significa que sean fáciles para mí. Si bien mi mente siempre está llena de proyectos y planes de cambio, hay un aspecto que siempre ha sido desafiante en mi vida: cerrar los ciclos. Se habla mucho del apego, y de como éste nos hace sufrir a veces, ya que no nos permitimos soltar situaciones, personas, trabajos, hábitos o patrones emocionales que ya no nos nutren. Definitivamente creo que somos “animales de costumbre,” y es tan fácil quedarnos estancados en una zona que puede ser muy cómoda, pero que no nos permite evolucionar.
En mi experiencia personal, mirando en retrospectiva, puedo identificar muchas veces en las que alargué situaciones por miedo, por miedo al fracaso, a la crítica, a la soledad, o a lastimar a otros. El factor común de todas esas situaciones en las que alargué un ciclo que ya naturalmente había finalizado, es que tarde o temprano simplemente exploté. Explotaron mis emociones y explotó mi salud, porque no hay nada más sabio que nuestro cuerpo, que constantemente nos envía señales, señales que si no nos detenemos a escuchar a tiempo, se acrecientan.
En mi caso, estaba tan ocupada intentando conservar mi estilo de vida, sin querer soltar nada, que mi cuerpo tuvo que hablarme firme y claro. Su mensaje fue: o sueltas todo aquello que ya no resuena contigo para poder seguir tu rumbo, o hasta aquí llegamos. Han pasado ya cuatro años desde ese gran aviso, y sigo aprendiendo lentamente a soltar. Creo que es un proceso de toda la vida, y que se nos van presentando situaciones, trabajos o personas que nos dan la oportunidad de poner en práctica nuestros aprendizajes anteriores.
Mi aprendizaje más grande hasta el momento es que para soltar es clave poder agradecer. Cuando lo que queremos soltar es algo que ha contribuido de manera positiva a nuestra vida, puede ser mas fácil identificar los aspectos a agradecer. Es más fácil ser consciente del sentimiento de gratitud ante un trabajo que me ayudó a avanzar en mi carrera, una relación que me hizo feliz por mucho tiempo o una experiencia que me entregó habilidades o conocimientos. Es más difícil agradecer lo que queremos soltar cuando la situación ha sido dolorosa, existe una pérdida o una enfermedad. Sin embargo, para poder soltar esa situación difícil es también clave poder identificar los aprendizajes que me trajo, y poder sentir agradecimiento de ese proceso evolutivo que me regaló.
No se trata de disfrazar el dolor, o bajarle el perfil, se trata de ser conscientes de que atravesé un momento duro, de que me la pude, de que aprendí una lección. Quizás el agradecimiento es hacia mí misma por estar de pie a pesar de un golpe, de ser ahora más astuta, de estar más despierta. Ejemplos hay muchos, el punto es que para poder cerrar un ciclo es necesario ser conscientes de lo que ese ciclo me aportó. Lo importante no es qué fue lo que pasó, es qué aprendizaje me trajo.
Si no identificamos el aprendizaje, lo más probable es que se nos repita la lección. Y el problema no es que se repita muchas veces, no existe un apuro en la naturaleza para hacernos aprender las lecciones en un periodo determinado de tiempo. El problema es que nosotros nos apuramos por avanzar sin antes cerrar el ciclo anterior, y comenzamos a abarcar mucho más de lo que podemos “apretar.” Cerrar los ciclos no es importante para avanzar rápido, es importante para avanzar livianos, es importante para poder estar presentes y disfrutar de los nuevos ciclos que nosotros mismos vamos generando.
En el fondo, nuestro corazón siempre sabe hacia donde queremos ir, qué queremos hacer, con quien queremos estar, dónde queremos vivir, y nos guía constantemente a hacerlo. Pero para poder escucharlo y seguirlo es necesario estar livianos de equipaje, es necesario cerrar los ciclos anteriores en gratitud y consciencia.