Maternidad y Paternidad en Tiempos de Pandemia: Como Prevenir el Síndrome del Burnout Parental

            “Para criar un hijo se necesita una tribu”. Lo dicho cobra un enorme sentido cuando nos convertimos en madres o padres. ¿Quiénes serían esta tribu en nuestra sociedad actual? Nuestros familiares, amigos, profesores y un buen cuidador que pueda atender a las necesidades de nuestros hijos, ante nuestra ausencia, cuando estemos realizando nuestras actividades personales.

            La frase anteriormente citada cobra un significado aún más profundo desde marzo del 2020, cuando sorpresivamente, nuestra “tribu” tomó “distancia social”, dejando a muchos padres y madres sin redes de apoyo, acarreando diversas consecuencias para las familias, según la singularidad de cada una de ellas.  

            La crianza de un niño, sin redes de apoyo, se hace insostenible durante un período largo de tiempo. Quienes han vivido en esta situación, tienen consciencia de lo que implica tal realidad. Debemos convertirnos en “magos” para conseguir criarlos, educarlos, trabajar (para mantenerlos), limpiar, cocinar, lavar, y como si fuera poco todo lo anterior, también hacernos cargo (en la actualidad) de su rutina académica.

            Es inhumano realizar todo lo anteriormente señalado de forma efectiva y afectiva, sin tener redes de apoyo. Entretanto, hemos sido obligados (aceptemos o no) a estar encerrados y, tratar de convertirnos en “magos”. Sin embargo, somos muchos los padres y madres que ya nos sentimos sobrepasados con esta nueva modalidad de vivir la vida.

Esta nueva manera de vivir la vida va en desmedro de la salud integral (mental, emocional, física, social y espiritual) de diversas personas de nuestra población actual. Muchos profesionales del área de la salud ya están viendo las consecuencias de este deterioro en la salud integral desde hace meses. Esto lo he podido percibir también en mi consulta privada, durante toda esta pandemia. Padres y madres, sobre todo de niños preescolares y adolescentes, me buscan para orientarles en la crianza de sus hijos bajo esta nueva forma de vivir la vida.

            Como psicóloga clínica he podido observar que esta modalidad de vida ha elevado considerablemente los índices de separaciones y divorcios; tentativas de suicidios; maltratos intrafamiliares; niños con problemas conductuales (generalmente más agresivos e inquietos);  niños y adolescentes con problemas de concentración, memoria y aprendizaje (debido al exceso de uso de pantallas); así como también padres y madres sobrepasados, estresados, ya cursando el Síndrome de Burnout, el cual según Dr. Sears es: “un extremo estado de agotamiento mental, físico y emocional, causado por el estrés excesivo, constante y prolongado”. Tales síntomas, generalmente son percibidos por los demás como un permanente estado de negativismo, irritabilidad y baja autoestima; los cuales llevan a la persona que padece este síndrome a un looping difícil de salir, ante la ausencia del apoyo de los demás y de un profesional capacitado para tal tratamiento. Por lo mismo, se hace urgente buscar un profesional del área de la salud mental, en caso sintamos que estamos cursando un cuadro de Burnout.

            Debido a lo anteriormente señalado, desarrollé para esta materia, pequeños tips que permitan brindar herramientas (simples y concretas), para los padres y madres de nuestra sociedad, con el fin de prevenir el Síndrome de Burnout.

  1. Bajar los niveles de Cortisol y Adrenalina en la sangre: ¿cómo? Evitando situaciones que estresen a nuestro cuerpo. Debemos enfocarnos en los problemas relevantes, dejando pasar los irrelevantes, como también aquellos que no tienen solución. Es importante alejarnos de personas tóxicas (egocéntricas, poco empáticas, críticas, manipuladoras, controladoras, dominadoras, cizañeras, narcisistas, etc.). Muchos consultantes, han estado sobrellevando (desde hace años) relaciones familiares insostenibles, por distintas razones. Sin embargo, en situaciones extremas como las que estamos viviendo, un ambiente tóxico no contribuye ni a nuestra salud integral, ni a la de nuestros hijos. Porque tales ambientes, son cargados de gritos, malas palabras, peleas, castigos, golpes, “ley del hielo”, los cuales terminan elevando considerablemente los niveles de Cortisol y la adrenalina en nuestra sangre. Tales hormonas también se elevan con una alimentación desbalanceada, ricas en azúcares y harinas refinadas. Debemos cuidar lo que ingerimos, escuchamos, vemos y decimos. Hidratarnos de manera correcta, evitar sustancias tóxicas (alcohol, tabaco, marihuana y/o drogas más duras). Erradicar las comidas “chatarras”, cuidar nuestras horas de sueño y la sobre exposición a las pantallas. El autocuidado del cuidador es imprescindible para lograr ser un cuidador eficaz.
  2. Ayudar al cuerpo a producir los cuatro neurotransmisores responsables por la sensación de bienestar y felicidad: Dopamina, Oxitocina, Serotonina y Endorfina (DOSE). El nivel de estos neurotransmisores se puede incrementar de forma natural implementando ciertos hábitos y mejorando nuestra alimentación. Sencillas acciones tales como celebrar nuestros logros, abrazar, tomar sol de manera moderada y realizar ejercicio aeróbico pueden tener un efecto importante en nuestros niveles de Dopamina, Oxitocina, Serotonina y Endorfina.  Estaremos compartiendo más en detalle en un próximo artículo.
  3. Creamos lo que creemos: somos lo co-creadores de nuestra realidad, de esta manera, todo aquello que pensamos lo atraemos a nuestras vidas, de una u otra manera. A su vez, lo que sentimos se encuentra asociado a nuestros pensamientos (seamos conscientes de ellos o no). Así que debemos hacernos conscientes de nuestros pensamientos y sentimientos, a cada instante. Este es un ejercicio complejo, pero no imposible de lograr.
  4. Realizar una rutina diaria: esto es imprescindible para el cuidado de los niños, como también de nosotros como padres y madres. Establecer horarios para las distintas actividades propias del día a día, como: comer, dormir, bañarse, estudiar, trabajar y descansar, nos permite aliviar nuestro cotidiano, y a la vez proporciona seguridad a los niños.
  5. Planificar el mes, semana y día: esto nos permite cumplir con nuestras responsabilidades, sin embargo, si no logramos cumplir con tales actividades previamente planificadas, debemos dejarlas pendiente para el día siguiente y demás está decirlo: ¡despertar más temprano! Evitando con esto, acumular los trabajos pendientes.
  6. Bajar las expectativas: tanto personales como la de nuestros hijos. Es hora de erradicar el perfeccionismo y la sobre exigencia (de uno mismo y de los demás), las cuales son dañinas para cualquier ser humano.
  7. Establecer un horario de trabajo: Está comprobado científicamente que nuestro cerebro no es eficaz cuando trabajamos más que 6-8 horas por día (dependiendo de cada individuo). Debemos tener los horarios de trabajo preestablecidos, los cuales deben ser respetados, dado que esto nos permitirá brindarnos las horas de descanso y sueño, adecuados. El exceso de trabajo nos llevará a un cansancio extremo, además tomará nuestro tiempo para estar con nuestros hijos y/o pareja, desestabilizando el ambiente familiar.
  8. Establecer un tiempo determinado de uso de pantallas, según edades: muchos estamos trabajando y/o estudiando de forma online, por lo que el uso de pantalla, durante la pandemia, ha aumentado considerablemente. Estas dañan nuestro cerebro, sobre todo en el caso de bebés, niños y adolescentes, el cual se encuentran en pleno desarrollo. Los invito a visitar una live sobre tal asunto, realizada junto a mi colega Marco Moreno Gámez, para su Instagram: @psicosíntesis, en el siguiente link: https://www.instagram.com/tv/CHY6qKrJDpn/
  9. Destinar al menos una hora diaria para realizar un hobby: Es imprescindible que esto sea parte de nuestra rutina. Sea bailar, bordar, pintar, cantar, leer, escribir, tocar un instrumento, asistir a una película, cocinar, o lo que sea que genere placer personal. Esto permitirá desconectarnos de nuestras obligaciones diarias, permitiendo una vida más llevadera ante las adversidades propias de esta nueva vida.
  10. Buscar diariamente el autoconocimiento: esto nos ayuda a prevenir un sin fin de conductas negativas que nos impiden tener salud integral. Conocernos es fundamental en esta vida, porque nos permite desarrollarnos personalmente y espiritualmente como individuos.
  11. Realizar actividad física: al menos 30 minutos diarios. En paralelo, a cada 1 hora de trabajo o estudio (sentados) debemos estirarnos y realizar determinados ejercicios que nos ayuden a evitar algunos dolores físicos y/o enfermedades futuras.
  12. Meditar y/u orar en cada momento libre: tales prácticas, además de producir serotonina y dopamina en nuestro cerebro, también nos ayuda a sobrellevar mejor las situaciones desafiantes de nuestro día a día. Son prácticas simples, que se pueden comenzar haciendo tan solo 10 minutos diarios, y luego ir aumentando paulatinamente. Si no tenemos tiempo, lo creamos, tan solo despertando media hora antes de lo que deberíamos despertar.
  13. Desarrollar el sentimiento de gratitud: pese las adversidades de la vida, siempre tenemos algo que agradecer. La gratitud es una virtud, la cual todos podemos desarrollar. Para esto, los invito a que cada día busquemos al menos 5 personas, cosas y/o situaciones por las cuales sentimos gratitud.
  14. Dedicar tiempo de calidad a los hijos: generar espacios de diálogos, mirarnos a los ojos, preguntarnos como estamos y nos sentimos, así como espacios de diversión, entre otros. Estos tiempos deben ser sin pantallas ni otras distracciones, sino espacios que les hagan sentirse vistos, valorados y amados como personas. Esto también nos permitirá conocerlos y ayudarlos al desarrollo de una buena autoestima y valoración personal.  
  15. Cambiar los gritos y castigos por reforzamiento positivo: felicitarlos cada día, aún que sean por pequeñas acciones.
  16.  Amor y respeto: debemos siempre corregir a nuestros hijos con ternura. Tratarnos, con amor y respeto, ¡es clave! Pero, si por eventualidad cometemos un desliz y llegamos a sobrepasarnos, no debemos perder la oportunidad de disculparnos, y decirles que lo que hicimos no estuvo bien. Recordando siempre que el ejemplo es lo principal en la crianza.
  17. Instruirnos qué debemos (o no) hacer, según la etapa del desarrollo de cada hijo: esto permitirá conocer y comprender el porqué de sus conductas y poder percibir si están dentro de los rangos esperados, o no. En caso de que percibamos que hay algo que no esta bien en sus conductas, no dudemos en buscar ayuda con los profesionales correspondientes. ¡La intervención temprana es siempre la mejor solución!
  18. Compartir con nuestra pareja las tareas del hogar y crianza: para quienes convivimos en pareja, dialoguemos y busquemos apoyarnos el uno al otro, en todas las actividades. Las tareas del hogar y de crianza, no pueden estar a cargo de un solo adulto. Los roles deben ser compartidos, dado que los quehaceres domésticos, así como la crianza de un hijo, demandan mucha energía. Esto permitirá evitar caer en un burnout, dañando posteriormente a nuestras relaciones intrafamiliares y sobre todo de pareja. Para las parejas que están separadas y tienen hijos en común, es importante tener consciencia sobre la importancia de comprender que siempre serán una díada parental, la cual debe estar alineada hacia el bienestar de sus hijos. 
  19. Conectar con nuestra dimensión espiritual: muchos creemos que el individuo posee una dimensión material y una espiritual. Sin embargo, algunos la creen con vehemencia, otros la dudan y otros, definitivamente, la niegan. Para los que creemos, sabemos que debemos cuidar nuestra dimensión espiritual, para así elevar nuestra frecuencia vibratoria, activar nuestra luz interior, para poder conectarnos con el Todo. Olvidar encender nuestra luz interior, puede llevarnos a desconectarnos de nuestra verdadera esencia, llevándonos a la enfermedad. Edward Bach afirmaba: “La enfermedad es en esencia el resultado de un conflicto entre el alma y la mente, y nunca podrá ser erradicada sin esfuerzo espiritual y mental”. Las enfermedades físicas, son un llamado de nuestro espíritu, para traernos “de vuelta a casa” (dimensión espiritual). Debemos aprender a escucharnos. La espiritualidad es un camino interior e individual, el cual también puede ser realizado en compañía de otros. Durante esta pandemia he podido corroborar que aquellos que creemos en la dimensión espiritual de nuestro ser, tenemos más herramientas para sobrellevar con paz, los momentos difíciles y desafiantes como éste. ¿Qué tal si nos atrevemos a reconectar?

            ¡Deseo que estos tips puedan servirte de ayuda en estos tiempos difíciles!

Cibele Passos Zuchelo

Psicóloga clínica y escritora

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Instagram: @cibelepassoszuchelo

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