Alimentarnos conscientemente no se trata de comer de forma impecable en todo momento. Tampoco tiene que ver con restricciones, prohibiciones, dietas o cosas del tipo.
Alimentarnos conscientemente es comprender nuestras necesidades, entendiendo que somos seres humanos, y que como tales, necesitamos espacios de disfrute, así como de autocuidado.
Es tener presente que ningún extremo es sano, y que cuando nos “pasamos de la raya” para algún lado, podemos aun así retomar el camino del medio.
La Alimentación Consciente, como sugiere su nombre, nos invita a la Consciencia, a estar presentes al momento en que entregamos a nuestro cuerpo el alimento que este necesita, sea a nivel físico o anímico.
Cuando por fin somos capaces de mantenernos en nuestro centro, tomando decisiones alineadas a nuestra voz interna, inmediatamente nuestro cuerpo responde a ese comportamiento.
El acto de escuchar nuestra consciencia nos permite regocijarnos en cada acto que realizamos, sea cuando ingerimos alimentos que sabemos que no son lo mejor para él pero que en su momento nos aportan alegría o placer, o al contrario, cuando preferimos darle alimentos de calidad que le entregarán salud y recuperación.
Para ejercitar este “músculo interno” de la consciencia plena, les comparto un ejercicio de Mindful Eating que hago en mis talleres, muy sencillo y a la vez poderoso, aportando cambios positivos a nuestra forma de alimentarnos.
Se puede hacer cada vez que estemos por comer algo, y no requiere nada más que la intención de querer hacerlo.
El ejercicio es este: cuando tengas el alimento que pretendes comer en tu mano, detente algunos instantes a observarlo. Contempla su color, su textura, siente su peso, su olor, trata de concentrarte en todos sus detalles físicos.
Luego, usa tu imaginación para descubrir de dónde proviene este alimento. Puedes jugar a crear una película de todo el proceso que éste tuvo que pasar para llegar hasta tus manos (dónde lo compraste, cómo llegó ahí, de dónde llegó, quien lo preparó, de que planta proviene, cuánto tiempo tardó en madurar, cómo era la planta, en qué lugar se originó… ¡dale rienda suelta a tu mente!).
El tercer nivel del ejercicio es conectarte, luego de haber conocido la historia de este alimento, con la emoción que te llega de él. ¿Qué emoción te entrega este alimento? Dedica unos minutos a profundizar en esa emoción.
Por último, pregúntate ¿Cuál es el propósito de este alimento? Y quédate con la primera palabra que te surja de esta pregunta.
Este ejercicio, si se hace de forma constante, nos irá ampliando la comprensión que tenemos sobre lo que le estamos entregando a nuestro cuerpo, además de ser una herramienta fantástica para traernos al aquí y ahora.
Estar presentes se hace necesario si queremos ser libres y dueños de nuestros destinos.
Vincularnos con los alimentos, conocer su origen, familiarizarnos con sus beneficios y propiedades, reconciliarnos con la comida y con la cocina, atrevernos a experimentar recetas y nuevos sabores y desarrollar un estado de constante gratitud hacia todo lo que nos entrega la naturaleza, son pasos que podemos empezar a dar, de a poco, para sanar nuestro vínculo con la comida, recobrar la capacidad de escucharnos y empoderarnos de nuestro bienestar y salud.
Que podamos recordar todos los días que depende solamente de nosotros como queremos sentirnos, y que una vida plena empieza por la capacidad de abrazarnos de forma integral, con responsabilidad y compasión.
Anelise Rufine
Coach Orgánica, Diplomada en Alimentación Consciente
Instagram: @aneliserufine